Mi hijo tiene un mal comportamiento. ¿Debo corregirlo?
Los límites siempre han sido un tema controvertido en la educación. Hay corrientes educativas y padres por todo el mundo decididos a reducir los límites y las normas a la mínima expresión. Sin embargo, desde mi experiencia y desde la perspectiva de los educadores más importantes, esto es un grave error.
“Desde mi punto de vista como neuropsicólogo, puedo garantizar a todo padre y educador que los límites son esenciales en la educación del cerebro”.
El cerebro humano ha dedicado millones de años a desarrollar estas estructuras de fijación de límites, porque mejoran –antes y ahora– sus posibilidades de sobrevivir y de convivir en sociedad.
A continuación el neuropsicólogo muestra un ejemplo de cómo poner límites de una manera asertiva:
Si un niño quiere el juguete de otro niño, es posible que decida pegarle para conseguirlo. En este caso, el niño siente la satisfacción de haberlo logrado, aunque está rompiendo una regla social muy importante. Si, por el contrario, ponemos un límite al evitar que el niño se quede con el juguete, evitamos que se establezca esa conexión y que el niño repita la conducta.
Cuanto más seguro, claro, tranquilo y cálido seas a la hora de decir «no», más fácil será para tu hijo entenderlo. Supongamos que tu hijo ha desayunado muy pronto y quiere ver unos dibujos antes de ir a la escuela. Con mucho sigilo se cuela en la sala de estar y enciende el televisor. En tu casa hay una norma muy clara y es que los días de escuela los niños no ven la televisión por la mañana. Es cierto que tu hijo se ha despertado pronto y ha desayunado como un rayo, sin embargo, nadie ha alterado la regla de la televisión. En este caso, puedes apagar la tele sin decir nada o acercarte a él con cariño, reconocerle que ha desayunado muy bien y explicarle que, aunque no puede ver la tele, puedes sentarte con él cinco minutos a leerle un cuento. Como ves, aunque en los dos casos el límite se va a hacer respetar, la forma de hacer valerlo puede tener consecuencias muy distintas. En el primer caso, lo más probable es que el niño estalle de rabia contra ti, mientras que en el segundo probablemente respetará tu decisión y la aceptará de buena gana.
Lo que quiero transmitirte es que hay muchas formas de hacer valer los límites y mientras que unas pueden provocar tempestades y conseguir que la relación entre padres e hijos se vaya deteriorando, las otras pueden prevenir conflictos al tiempo que construyen confianza mutua.
Finalmente, se concluye que corregir los malos comportamientos del niño de un modo asertivo, son beneficiosos para su desarrollo ya que aumentan las probabilidades de sobrevivir y vivir en la sociedad y por ende, en el largo plazo, logren el éxito en cualquier objetivo se propongan.
Fuente: El cerebro del niño explicado a los padres. Libro. Dr. Álvaro Bilbao. Barcelona, España